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Recientemente se publicó en este blog una entrada dedicada a una película titulada «A Serbian Film». En el artículo procuramos ser totalmente objetivos, criticándola como lo que es. Esto es, una película de ficción.

La entrada que le dedicamos a este film no tuvo muchas visitas. Y de repente se convierte en una de las más visitadas del blog. Esto es debido casi con total seguridad a la campaña de desprestigio a la que está siendo sometida por diversos medios de comunicación.

Esto ya ha ocurrido con mucha frecuencia en el pasado con títulos como «Holocausto Caníbal», «Nekromantik», «Saló», «Pesadillas de una mente enferma» y tantas otras.

«Saló» fue prohibida y atacada de una manera feroz (mucho más feroz que los actos que se perpetran en la película) y hoy en día es considerada una obra maestra que se incluye en libros de cine donde Pasolini (su director) es calificado como uno de los grandes directores del cine europeo.

Muchos años después apareció una película llamada «Holocausto Caníbal» que recibió muchas más piedras por parte del público más conservador y de los medios «serios» más conocidos. Como fue en España, donde la revista Interviú publicó escenas de la película intentando venderla como una snuff, donde las muertes eran reales al 100%. Eran conscientes que se trataba de una película de ficción, pero curiosamente ese mes se tripilicaron las ventas de la revista. ¿Se censura el film y no el medio divulgativo que la ofrece con mentiras a sus lectores para vender más ejemplares? Es curioso que a día de hoy haya gente que aún crea que las muertes que se ven en la película son de verdad, como también es curioso que su director esté preparando un remake y le hayan llovido ofertas de múltiples productoras denominadas «serias».

En la Alemania de los años ochenta aparece «Nekromantik» donde se detalla la vida de una pareja de necrófilos. Obviamente la censura no tardó en aparecer. Se quemaron los negativos y se prohibió su visionado. Años más tarde aparece una segunda parte que también es perseguida por las mentes bien pensantes. ¿Qué ha pasado hoy con Nekromantik? No hay más que buscarlo en internet: descargas directas, camisetas, chapas, lujosas ediciones de dos discos en DVD…

Esto es lo que crea la censura, expectación. Y la expectación es un enorme reclamo publicitario. ¿Quién no ha visto en su vida por lo menos una película porque ha leído que fue censurada o prohibida en el momento de su estreno?

Lo que está claro es que la censura además de innecesaria es torpe. La censura vende y los personajes que pretenden enterrar el arte parecen no darse cuenta de ello.

¡Esto no es arte! dirían algunos. ¿El Marqués de Sade no es arte, no es arte «Saturno devorando a un hijo» de Goya? No pretendo comparar A Serbian Film con Sade, Goya y otros geniales artistas del pasado ya que siendo objetivo veo A Serbian Film como una película con una trama muy mediocre que sirve tan sólo como vehículo para mostrarnos sus truculentas imágenes. No la defiendo porque me haya gustado, porque no es así. La defiendo como defendería cualquier libro, película, cuadro o escultura que haya sido condenada por unos pocos porque la consideran de una pésima catadura moral.

Con el cine podemos ser juiciosos, para eso está ahí al fin y al cabo. Pero no se puede ser juez, jurado y verdugo de un producto diseñado para entretener al público.

Ya lo explicó el director Michael Haneke cuando se presentó «Funny Games» en 1997. Si algo no te gusta, simplemente te levantas y te vas.

Muchas personas la critican porque temen que estas imágenes puedan alimentar los deseos de espectadores enfermos, pedófilos o psicópatas. Pero el cine no tiene tanta fuerza, ya se ha visto en innumerables ocasiones como asesinos que alegaron haber actuado así por ver esta o aquella película se acababan retractando una vez condenados. Tan sólo buscaban una excusa para salvar el pellejo. Una excusa ridícula, en realidad.

¿Qué pasará con la nueva película condenada A Serbian Film? Pues lo que ha pasado siempre, que los distribuidores de todos los países estarán frotándose las manos para conseguir su distribución en DVD y canales de pago, que en unos meses la veremos en la sección terror o drama de nuestra tienda habitual y que será olvidada de un día para otro. Hasta que aparezca otra película para llenar huecos en programas de máxima audiendia o en periódicos de gran tirada nacional.


Cualquier persona asidua a alquilar películas en los tristementes desaparecidos videoclubes de barrio, sin duda guardarán en su memoria las portadas de ciertas películas que con el paso de los años aún nos provocan algún ligero escalofrío al recordarlas.

Películas que si bien no alquilamos en aquel momento por puro terror, una vez adultos pudimos comprobar que la portada transmitía mucho más pánico que la película en sí.

Estaba claro, película mala – portada llamativa, pero independientemente de las artimañas de las productoras para que sus películas fuesen vistas en cine o posteriormente alquiladas con nuestro carnet de socio, esas carátulas lograron grabarse en nuestro subconsciente llegando al punto de provocar empatías cinéfilas incluso años y años después.

Como es el caso de la portada de Noche de Miedo, la película de terror de vampiros en clave de comedia del director Tom Holland. He conocido a muchísimas personas que sentían lo mismo que yo al ver la película en la estantería de su videoclub habitual.

Ya de adulto incluso la adquirí en DVD tan sólo por el hecho de tener esa portada en mi colección de películas de la infancia.

También por aquella época había otra carátula muy similar a la de Noche de Miedo y que también provocaba el mismo terror en otras personas. Por aquella época yo aún no sabía quien era Andy Warhol o mejor dicho, que se dedicaba al cine y fue con su película  Sangre para Drácula cuando descubrí que Warhol le daba a todos los palos y también que el mundillo de Hollywood en ocasiones es muy poco original copiando carátulas de películas de cine independiente.

Una vez revisionada, Sangre para Drácula es una película absolutamente artística, realizada con un mimo casi conmovedor e interpretada por un Udo Kier en estado de gracia (como siempre en su caso).

Pero la historia se repite, su carátula con ese vampiro entre las nubes, ese castillo tétrico y esa silla de ruedas entre la neblina no tiene nada que envidiarle a todo el metraje del film en lo que a a miedo se refiere.

Pero hubo otras carátulas que sí que dejaron en mí una huella imborrable como fue el caso de Xtro.

Película recientemente editada en DVD en nuestro país (con una carátula tan mala que no da ni risa si la comparamos con la original) Xtro cuenta la historia de un hombre que tras ser abducido por un OVNI vuelve a la tierra con un extraño ser parásito en su interior. Precisamente la imagen de ese extraño ser alienígena fue lo que me tuvo tantas noches sin dormir de niño.

Como me pasó con las anteriormente mencionadas carátulas, la película resultó ser un bodrio ochentero pero con bastante gracia.

Otra de las tantas carátulas que me impresionaron o que incluso me traumatizaron aunque si me preguntan ahora no sabría responder por qué fue la infame The Stuff, también llamada In-natural.

La película trata lisa y llanamente de una marca de yogur que crea adicción y asesina a quien no puede resistirse a engullir compulsivamente el producto.

En su momento el argumento no me interesaba (ni siquiera recuerdo haber mirado la sinopsis) pero no podía dejar de sentir un ligero escalofrío al ver a esa familia que emerge de entre las sombras ofreciendo algo que como se puede ver en la carátula dice: Crea dependencia, controla la mente, absorbe la vida…

Y más o menos por esa época descubro la película Evil Dead 2 (rebautizada en España con el absurdo título de Terroríficamente muertos).

Esa calavera con ojos humanos fue algo que se me quedó muy grabado hasta que decidí alquilarla y descubrí con asombro y cierta vergüenza ajena que se trataba de una película más comica que terrorífica. Aunque por otro lado gracias a este film conocí a Sam Raimi y de ese modo conocí la que hoy es una de mis películas de terror favoritas: Posesión Infernal.

En esa época también había un pequeño lugar entre mis sueños para las películas gore, normalmente solían ser carátulas donde la sangre abundaba y también la imaginación (como es el caso de la mencionada en el anterior post Holocausto Caníbal), sin embargo fue Pesadillas de una mente enferma la que me aterrorizó más que ninguna otra de ese género.

Gráfica hasta la náusea (y nunca mejor dicho) Pesadillas de una mente enferma nos muestra un hombre con un hacha clavada en su cráneo. Aunque ahora que vuelvo la vista atrás recuerdo que mi verdadero miedo radicaba más en la frase promocional que en la carátula en sí: LA PELÍCULA DE TERROR PROHIBIDA EN INGLATERRA POR MARGARET THATCHER.

Por entonces yo aún no sabía que prohibir y censurar era uno de los pasatiempos favoritos de Margaret Thatcher y no podía ni imaginar qué cantidad de imágenes terroríficas y sangrientas podía aguardarme con esta película. Así que jamás la alquilé y cuando la ví hace unos pocos años descubrí que si hubiese alquilado Pesadillas de una mente enferma, hubiese acabado aún más tarado por este cine de lo que ya estoy.

Mala con avaricia sí, pero sangrienta y cruel como muy pocas del género.

De pequeño sentía un gran amor por los animales (que aún conservo) y me gustaba alquilar películas donde perros, gatos o canguros fuesen los protagonistas. No así con los monos, que me daban muchísima grima. Y como no, el motivo fue otra carátula de videoclub.

Link tuvo la culpa. Una película de serie B con la presencia de una jovencísima Elizabeth Shue que trata de la vida de una joven al irse a vivir a la mansión alejada de un zoólogo que convive con tres chimpancés más que sospechosos. Especialmente Link, el chimpancé que da título al film.

Un mono vestido de hombre ya es algo que causa bastante desasosiego, por lo menos a mí, pero éste en concreto con esa cara de bestia asesina, con sangre humana a sus pies mientras enciende una cerilla fue algo que me superó.

Apenas la recuerdo, la ví hace bastantes años y tan sólo recuerdo una imagen en la que Elizabeth Shue se está desnudando y Link la mira desde la puerta del dormitorio. En general sí recuerdo que no es una película agradable ni muchísimo menos una película buena.

Las películas de terror italianas también hicieron su peculiar trabajo en mi subconsciente como fue por ejemplo el caso de Aquarius.

Una película que ya se ha convertido en un clásico dentro del giallo, Aquarius trataba sobre un grupo de jóvenes actores de teatro que van cayendo uno tras otro a manos de un asesino ataviado con una máscara en forma de lechuza.

Desgraciadamente es una película que ha envejecido muy mal pero que recuerdo con bastante cariño, ya que es una de las pocas que me atreví a visionar en su momento descubriendo que daba mucho miedo, casi tanto como la carátula en la que el asesino lanza su hacha contra un acuario donde gritan con horror tres cabezas humanas.

El Anticristo fue creo que con diferencia la carátula que más miedo me dio en su momento. Esta imagen de la derecha no se corresponde con la carátula que se podía ver en España, pero la imagen de la actriz con los ojos alucinados, la boca abierta y vómito saliendo de ella es muy similar a la que tuve la suerte-desgracia de ver hace tantos años.

También fue la película más decepcionante. La protagonista es hija de un príncipe interpretado por Mel Ferrer que hará lo posible para que su hija Hipólita recupere la movilidad de sus piernas. Le aseguran que a través de la hipnosis (?) podrá volver a caminar y es en una de las varias sesiones cuando toma contacto con su anterior vida en la que fue una bruja quemada en la hoguera. El diablo se manifiesta y empiezan los vómitos, las blasfemias… lo de siempre.

Y en este otro caso fue también la frase de reclamo publicitario lo que me causó bastante terror.

Dios creó el hombre. Ahora verás lo que ha creado Amanda.

Y tras esa frase unas manos de mujer agarrando un bote con algún extraño ser en su interior. Es una de las pocas películas que jamás ví, ni antes ni ahora.

Conforme voy escribiendo voy recordando otras que ni siquiera pululan por la red, películas tan malas o tan mal distribuidas o recibidas con tan poco entusiasmo en su día que casi nadie las recuerda. Luego otras carátulas han cambiado su diseño con las nuevas reediciones en DVD y en nada tienen que ver con las que fueron en su día.

Es curioso descubrir que es el propio miedo lo que nos hace buscarlo con más fervor. Que cuanto mas miedo pasamos, más miedo queremos pasar.

En mi caso, descubrí lo que era el miedo paseando por los pasillos de viejos videoclubes que ya no existen. Y desde entonces no puedo vivir sin sentirlo, o por lo menos recordar que hubo un día en el que el cine (y sus carátulas) podían conseguirlo.